La carta abunda en indicaciones geográficas y
económicas, que acusaban la consagración que el general Roca
había dedicado al pensamiento de la nueva línea definitiva de la
frontera sur de la Nación. Así, pues, cuando fue promovido al
Ministerio de la Guerra los partidarios de aquella solución radical
sabíamos cuál era su programa al respecto y nos
felicitábamos.
Cerramos aquí esta ligera reseña histórica
sobre la empresa trascendental de que sigue preocupándose el ministro de
la Guerra. Es posible que hayamos omitido muchos datos y que ignoremos la
existencia de otros trabajos, fuera de los que hemos analizado; pero la urgencia
con que nos era reclamado este libro, nos ha obligado a ser muy parcos en la
redacción y a reducirnos a nuestra propia biblioteca y archivo.
La opinión pública está ansiosa de llegar
a la solución radical del problema de tres siglos. Cuando se
inició en 1870 la ocupación de la línea del río
Negro, se operó un movimiento de verdadero regocijo. El señor D.
Eduardo Olivera, presidente de la Sociedad Rural Argentina, lo describía
así en 1870:
"Hemos visto al gobernador de la Provincia ofrecer al
Gobierno Nacional todos los recursos de que ella dispone para expedicionar y
asegurar las fronteras sobre los ríos Negro y Colorado; ir más
lejos, no esquivar nada y poner su persona a la disposición de ese mismo
Gobierno para llevar a cabo un tan gran bien.
Los hacendados, como una sola persona, han apoyado tan grande
empresa, y se les ha visto reunirse en nuestros salones y en una acta, adonde se
ven las firmas de cerca de trescientos de los principales ganaderos y
propietarios del país, ofrecer toda su cooperación para concluir
una vez por todas con el tributo vergonzoso, que hace siglos pagamos al
pampa."