La fe en el sistema español se desvanecía ya en
el siglo pasado, pues se sabe que en 1768 algunos exploradores y propagandistas
comenzaron a desacreditarlo, produciendo el desencanto público.
Buenos Aires, dice un escritor antiguo, cabeza del vasto
Virreinato de este nombre, yacía en un rincón de las pampas,
rodeada de pocos fuertes que formaban como una línea de
circunvalación a menos de treinta leguas de sus arrabales; y
Chascomús, Luján y Salto, marcaban los límites
territoriales de una ciudad cuya jurisdicción se extendía hasta el
Desaguadero.
Tal es el juicio exacto que inspiraba el estado de la frontera
sur de la República, al concluir el Virreinato de Bucarelli, en el
año 1768.
El virrey Vértiz recibió exhortaciones de avanzar
sobre la pampa, para asegurar la dominación del río Salado, cuya
línea estaba hasta entonces en poder de los vándalos; pero se
prefirió trazar una nueva paralela de Rojas a la Guardia del Monte,
apoyada en los fortines de Ranchos, Lobos, Navarra y Areco, construidos al borde
de las lagunas del mismo nombre.