Un escritor contemporáneo resume en los siguientes
términos concisos y verídicos los resultados de esta tentativa
realizada a medias, a consecuencia de la retirada inoportuna de las divisiones
de la Derecha y del Centro:
"Esta expedición rescató numerosos cautivos,
recorrió un inmenso territorio, batió a los indios,
practicó el reconocimiento de aquella inmensa área de tierra y
enarboló el pabellón de la Provincia en la intersección de
los 39° de latitud y 5° de longitud, meridiano de Buenos Aires.
¿Cuáles fueron sus resultados positivos? La certidumbre de que es
hacedero el establecer la frontera sobre el Colorado o el Negro, que los indios
no pueden resistir a nuestras armas, y que sólo por descuido o
incapacidad los salvajes pueden dominar."
Malograda aquella ocasión de anonadar completamente el
imperio de los salvajes al Norte del río Negro, la opinión
nacional no ha cesado de reclamarlo.
El Congreso de la Nación fue en 1867 el centro de
condensación de todas las opiniones flotantes que buscaban el avance de
la frontera hasta el segundo Desaguadero del sur o río Negro, como
solución radical y definitiva. Los senadores Gerónimo del Barco,
Juan Llerena y Mauricio Daract presentaron un proyecto de ley fijando como
línea actual militar de frontera de la República la formada por el
río Neuquén desde su nacimiento en los Andes hasta su confluencia
con el río Negro, y desde esta confluencia hasta la desembocadura del
último en el Atlántico, estableciendo dicha línea
fronteriza en la margen septentrional del expresado río, de cordillera a
mar. El proyecto prevé el caso de realizar una expedición general,
que dé por consecuencias el sometimiento discrecional de las indiadas
mediterráneas o su expulsión al sur del río Negro.