En 1815 se oye una nueva voz, apoyada en la razón, en la
historia y en los hechos contemporáneos. Es la del capitán don
Francisco Javier de Viana, natural de Montevideo y residente en
Chascomús, quien recopila los antecedentes geográficos sobre los
ríos Diamante, Colorado y Negro, declarándolos la base de nuestro
sistema de defensa fronteriza, y propone que se abra la marcha porque
"la empresa es gloriosa, no sólo por su grandeza,
sino también por el relevante servicio que se hace a Dios y a la
humanidad".
Viana agregaba:
"Pasado un decenio del establecimiento de la línea
sobre el Colorado, no dudo que podrá trasladarse la frontera a los
últimos caudalosos ríos, Negro y Diamante. El primero nace en la
cordillera de los Andes no muy distante de Villa Rica en el reino de Chile,
corriendo en dirección N.O.-S.O. enriqueciéndole el Diamante con
sus aguas en la dirección N.-S. por espacio de 90 leguas hasta su barra,
inmediata a una bien áspera serranía desde donde corre el Negro
N.O.-S.E. 90 leguas hasta la barra, no muy distante de la Villa de San
José en la costa patagónica. Desde este punto hasta la barra del
Diamante, en el expresado Negro deberán establecerse ocho guardias, y las
estancias intermedias en los términos dichos anteriormente, e igual
número desde la expresada barra a la distancia que convenga de la del
Fuerte de San Carlos de la jurisdicción de Mendoza; debiendo fundarse un
pueblo en la confluencia del Diamante y otro próximo a dicha Villa de San
Carlos."