El señor Sarmiento era consecuente con las opiniones
manifestadas en 1850, en su conocida obra Argirópolis, escrita y editada
en Santiago de Chile. Critica en ella la guerra defensiva de acantonamientos en
medio de la pampa, y señala como empresa digna del valor y de la
misión del ejército nacional, la ocupación y
fortificación del río Colorado, base para llevar en seguida el
dominio de nuestras armas al río Negro.
En 1875 el general Roca, comandante en jefe de la frontera sur
del Interior, fue llamado a Buenos Aires con urgencia. Celebrábase un
consejo de Estado para discutir y realizar el plan de avance de la frontera,
presentado por el ministro de la Guerra doctor Alsina, y el Presidente de la
República deseaba oír en el seno del gabinete la opinión
del general. Si de lo que pasó hemos de juzgar por lo que refirieron los
diarios de la época, resultaría que el general Roca y el doctor
Alsina estaban en desacuerdo.
Partidario el primero de la línea del río Negro,
no podía contentarse con la de Carahué. A su vez el doctor Alsina,
a pesar de su energía y carácter emprendedor, no se creía
suficientemente preparado para lanzar la orden de marcha al río Negro.
Creía que los indios podrían detener nuestra marcha
dándoles así mayor importancia y exagerando su poder.
El sospechado desacuerdo no tardó en subir a las
columnas de la prensa. La República había hecho alusión a
la conferencia y tiraba la lengua al general Roca, que no se hizo esperar mucho
para contestar.