En consecuencia, podemos contar las siguientes líneas,
que marcan varias épocas del estado de la frontera, limitando las zonas
sucesivamente ocupadas. La que arranca de Zárate y sigue por la Capilla
del Señor, Villa de Luján, Cañuelas y Chascomús. La
de Areco, Mercedes, Navarro, Lobos, Guardia del Monte, dando frente al Salado;
al Sur y al Noroeste de Buenos Aires. La del Salto, Chivilcoy, Saladillo, Las
Flores y fortines de Monsalvo (Kakelhuincul, Marihuincul) etc. La
línea, trazada ya en tiempos modernos por Rojas, Bragado Grande, 25 de
Mayo, Esperanza (hoy General Alvear), Tapalqué, Azul, Tandil,
Bahía Blanca y camino del Colorado. Por último, bajo la
administración del señor Sarmiento, se inició el movimiento
de avance que dio por resultado la línea de Ancaló (General
Lavalle del Norte), General Paz, San Carlos, Blanca Grande, Olavarría,
Sanquilcó (General Lavalle del Sur) y Sauce Corto. Este movimiento de
avance fue análogo al que acaba de realizarse para tender la nueva
paralela de Vutaloo, Tenquedlavquén, Huamini, Carahué y
Puán, que da una línea permanente y la conquista de una ancha zona
territorial.
Limitarse a la ocupación permanente de una línea
es desfallecer en medio del sistema defensivo, alternando con una ofensiva
débil y difícilmente sostenible. Así lo han comprendido
todos los que sienten pasión por el estudio del problema de la Frontera y
que acumulan antecedentes para discurrir con acierto sobre lo que conviene hacer
a fin de despejar la incógnita, sacando provecho de los inmensos
sacrificios que la conquista de nuestras actuales porciones ha exigido a la
República.