Esta frase pudorosa es el mejor elogio que pueda tributarse al libro. Claudio de Alas ha trazado, con golpes de pincel muy firmes y muy fieles, la fisonomía moral de los tipos vivientes, palpitantes, que animan sus capítulos. A muchas de sus mujeres de lujo y de pecado las reconocerás como amigas y las reconocerás por la estela de sus frases o por el perfume de un vestido... Hay hombres cuya imagen os saltará a los ojos al volver una página, sin que el autor os diga su apellido...
Trátase de una novela
sociológica. Ha sido escrita con emoción. Mejor dicho: fue escrita con pasión de poeta y valentía de médico. No es, pues, un libro inmoral. No puede ser inmoral un cadáver desnudo. Ni las piernas de un Jesús en la cruz. Ni Afrodita en el baño...
Por otra parte, habiendo sido Claudio un poeta mental de exquisito buen gusto, ¿cabe suponer en él la creación de algo feo?
Su autor concretóse a poner sobre la mesa disectiva, un cuerpo enfermo para analizarlo. Su mano al esgrimir la pluma, esgrimió el bisturí con la sabia paciencia de un operador que revuelve las pútridas entrañas en busca del invisible cáncer que las mina y las destroza...