Imperaba en el dormitorio esa soledad silenciosa que hace temblar el alma de los tímidos.
Tendido en la cama como sobre una nube, el
enfermo parecía soñar. Soñaba sin dormir, con los ojos cerrados. Sus párpados se entreabrían a intervalos, dándole al rostro algo como un funesto tinte de "ejemplar de clínica".