Larga "matinée" de seda crema, festoneada de encajes envolvía la vaporosamente, haciéndola aparecer como una ninfa arrebujada en nubes...
Suspiró; y como para descansar de la postura en que estaba, encogió bajo el sillón una de las piernas, mientras estiraba la otra. Al impulso del movimiento se diseñaron sus caderas, como un triunfo de morbidez y de opulencia: eran robustas, convadas, obsesionantes como las de Afrodita..
Y así también su seno, que se dilató con el suspiro, ondulaba rítmico y erguido. Era aquel seno como dos bravas turbulencias adormecidas bajo sedas y blondas tibias. Seno de pasión...
La luz suave del globo, suspendido a la techumbré, la bañaba vagamente.