La luz esmerilada del foco suspenso del
"plafond" irradiaba como si fuera un claror de luna sobre su frente lívida y sobre los tonos metálicos de sus cabellos. Dejó caer su bella cara entre las manos, y quedó inmóvil, vencida por sus dolores, con los ojos cerrados y los codos apoyados sobre la dura morbidez de sus muslos levemente separados.
¿Pensaba? ¿O, acaso,
lloraría? ¿Sentíase vencida por el sueño o el cansancio? No. Recordaba... Hacía la
rememoración de un año, de su vida. El sueño supremo. El año de su pasión insaciada... Recordó sus amores. Habían sido un radioso florecer de sentimientos... La había conocido a El desde niño. Ya hombre, se había ido a Europa, sin que entre ambos se hubiera cruzado una sola frase de amor... Dos años hacía desde su regreso. Fue a visitar su casa; había llegado más buen mozo que nunca; lleno de una distinción cautivadora; raramente elegante y pleno de vida...