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-Os necesito -continuó el conde-, para que todo se prepare como sabéis. Aquella casa es muy hermosa, o al menos puede llegar a serlo.
-Para eso sería preciso cambiarlo todo, señor conde; las paredes han envejecido.
-Cambiadlo todo, excepto una sola habitación; la de la alcoba de damasco encarnado; la dejaréis tal como está actualmente.
Bertuccio se inclinó.
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