-¡Yo!, en verdad que me tenéis en más de lo que valgo, deseo
seros útil y nada más.
-¿Qué día empezaréis a hacer las invitaciones?
-Hoy mismo.
-¡Pues bien!, corro a casa del señor Danglars, y le anuncio que
mañana mi madre y yo saldremos de París. Yo no os he visto; por consiguiente, no
sé nada de vuestra comida.
-¡Qué loco sois! ¡Y el señor Debray, que acababa de veros en mi
casa!