-Yo haré otra cosa mejor, señor conde -dijo Alberto-; mi padre
quiere ir a respirar el sire del mar. ¿Qué día tenéis señalado para vuestra
comida?
-El sábado.
-Hoy es martes, bien; mañana por la tarde partimos, y pasado
estaremos en Tréport. ¿Sabéis, señor conde, que sois un hombre muy complaciente
en proporcionar así a todas las personas su comodidad?