-¡Oh, si yo estuviera en vuestro lugar... ! -dijo Alberto.
-¿Y bien?
-Yo la curaría; le haría un favor a su futuro yerno.
-¿Pues cómo?
-Nada más sencillo. Le daría una lección.
-¡Una lección!
-Sí; vuestra posición de secretario del ministro hace que dé
mucha fe a vuestras noticias; apenas abrís la boca y al momento son
taquigrafiadas vuestras palabras. Hacedle perder unos cuantos miles de francos,
y esto la volverá más prudente.