-¡Estupendo! -dijo Alberto-; veo que sois un excelente mentor.
Adiós, pues, estaremos de vuelta el domingo. A propósito, he recibido noticias
de Franz.
-¡Ah!, ¿de veras? -dijo Montecristo-; ¿sigue divirtiéndose en
Italia?
-Creo que sí; no obstante, os echa mucho de menos. Dice que
sois el sol de Roma, y que sin vos está eclipsado. Yo no sé si aun llega a decir
que llueve. Aún persiste en errores fantásticos, y he aquí por lo que os echa de
menos.