-Es un muchacho muy simpático -dijo Montecristo--, y por el
cual he sentido una viva simpatía la primera tarde que le vi buscando una cena
cualquiera, y que tuvo a bien aceptar la mía. Creo que es hijo del general
d'Epinay.
-Justamente.
-El mismo que fue tan vilmente asesinado en 1815.
-¿Por los bonapartistas?
-¡Cierto! ¿No tiene él proyectos de matrimonio?
-Sí, debe casarse con la señorita de Villefort.