-¿Mantenéis las relaciones casi continuas con el barón
Danglars? -preguntó a Alberto de Morcef.
-¡Oh!, sí, señor conde; bien sabéis lo que os he dicho.
-¿Todavía continúa eso?
-Más que nunca-dijo Luciano-, es un negocio corriente.
Y juzgando sin duda Luciano que esta palabra mezclada en la
conversación le daba derecho a permanecer extraño a ella, colocó su lente en su
ojo, y mordiendo el puño de oro de su bastón, comenzó a pasear lentamente
alrededor de la sala, examinando las armas y los cuadros.