Bautista entró y se quedó a la puerta en pie y esperando.
-Yo no estaba prevenido de vuestra visita, ¿no es verdad?
-Sois tan extraordinario, que no aseguraría que no lo
estuvieseis.
-Por lo menos, ¿no podía adivinar que me invitaríais a
comer?
-¡Oh!, en cuanto a eso, es probable.
-Escuchad, Bautista: ¿qué os dije yo esta mañana, cuando os
llamé a mi gabinete de estudio?
-Que no dejase entrar a nadie a ver al señor conde después de
las cinco -respondió el criado.