-Escuchad, querido -dijo Luciano-, escuchad a Montecristo, que
os dirá, como los italianos:
Denaro a santità
Metá della metá.
Y es mucho todavía. Así, pues, cuando me hablan de eso me
encojo de hombros.
-¿Pero no hablabais de Haití? -dijo Montecristo. -¡Oh!, Haití;
eso es otra cosa; ese écarté del agiotaje francés. Se puede amar el
whist, el boston, y sin embargo, cansarse de todo esto; el señor Danglars vendió
ayer a 409 y se embolsó 300 000 francos; si hubiese esperado a hoy, los fondos
bajaban a 205, y en vez de ganar 300 000, perdía 20 ó 25 000.
-¿Y por qué han bajado los fondos de 409 a 205? -preguntó
Montecristo-. Perdonad, soy muy ignorante en todas estas intrigas de bolsa.