Una historia sin leyendas
Es necesario reconstruir la historia argentina y
latinoamericana sin leyendas. Por eso es necesario revisar la que escribieron
los exponentes de la oligarquía patricia -una historia y una moral elaborada
desde los intereses de las clases pudientes- y la que recrearon los pretendidos
"revisionistas" católicos, que, a su vez, inventaron el "mito de la Nación
católica" que tan bien ha desmitificado el profesor italiano Loris Zanatta en
sus obras Del Estado liberal a la Nación católica (Iglesia y Ejército en los
orígenes del peronismo. 1930-1943) y Perón y el mito de la Nación
católica. 1943-1946.
Todos estos sectores, a los que se suman "institutos" y
"academias", disparan contra el libro Don José... de García Hamilton. En
esa faena, digna de mejores causas, se han incorporado el historiador católico
cavernario Néstor Auza y el periodista de La Nación, Bartolomé de Vedia.
Auza, en las Primeras Jornadas Provinciales Sanmartinianas, realizadas en
Rosario el 11 de agosto de 2000 (ver La Capital del 12 del mismo mes), se
dedicó a denostar de manera antojadiza y sin fundamento al escritor tucumano
García Hamilton (habla de "subcultura", "marketing" para vender libros,
explotación comercial) pero no niega, de ninguna manera, la posibilidad de que
el Libertador pudiera tener una filiación distinta de la que se le ha atribuido
hasta ahora.
Lo mismo ocurre con la nota del 13 de agosto de 2000, publicada
en el suplemento literario de La Nación, sobre el mismo tema, de
Bartolomé de Vedia, con quien pasé largas jornadas de trabajo periodístico
cuando fui redactor y columnista de La Nación, entre 1977 y 1983, al
dejar el diario La Opinión, intervenido por la dictadura militar.
De Vedia es injusto con el libro de García Hamilton, que podía
haber recibido una crítica más ajustada. Por cierto los próceres no se
desvanecen, como sugiere el periodista, porque se los describa como eran de
carne y hueso, con sus luces y con sus límites, con sus aciertos y con sus
errores. Por el contrario, el mayor daño hacia nuestro pasado y hacia los
arquetipos fue producido por una literatura fantástica y torpe que pretendió
transformarlos en héroes de bronce.
¿Qué es lo que les molesta? ¿Que tuviera
amantes o hijos fuera del matrimonio? ¿No los tuvo Manuel Belgrano, el apóstol
de Mayo? Juan Manuel de Rosas fue más humano que algunos de sus opositores
porque lo crió y le puso el apellido del creador de la Bandera y el de su
cuñada, doña María Josefa Ezcurra, amante de aquél. ¿No tenía el propio Rosas
una manceba quinceañera, Eugenia Castro, que acompañó al dictador en su vejez?
Es cierto que Rosas, entre sus crímenes, cometió el del fusilamiento de Camila
O'Gorman embarazada y de su compañero, un sacerdote. Pero también es verdad que
sus enemigos, desde Montevideo, politizaron el tema, llevaron a cabo
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