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-Lo juraría. Lo que se me ha dicho sobre los síntomas está de acuerdo con lo que yo he visto.
Villefort dejó de contradecir y lanzó un gemido sordo.
-Mata al señor de Saínt-Merán -repitió el doctor-, asesina también a la señora de Saint-Merán. El fruto debe ser una herencia doble.
Villefort enjuga el copioso sudor de su frente.
-Escuchad atentamente.
-¡Desdichado de mí! No pierdo una sola palabra.
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