Pero ha presenciado tres agonías, ha contemplado tres
moribundos, se ha arrodillado junto a tres cadáveres. Al verdugo la
envenenadora, al verdugo. Me habláis de vuestro honor, y yo os digo que la
inmortalidad os espera.
Villefort cayó de rodillas.
-Escuchad -dijo-, no tengo esa fuerza de ánimo que manifestáis
y que quizá no tendríais si se tratara de vuestra bija Magdalena.
El médico palideció.
-Doctor, todo hombre nacido de mujer ha venido al mundo para
sufrir y morir. Sufriré y esperaré la muerte.