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Solamente el cuerpo nace del cuerpo; el ser interno no nace del cuerpo, nace del Espíritu Santo, es de lo Divino. Pero primero tienes que conseguir los ojos para ver, tienes que conseguir los oídos para escuchar.

Y es un asunto muy delicado entender a Jesús; tienes que pasar a través de un gran entrenamiento. Es como entender la música clásica: si de pronto se te permite escuchar música clásica, sentirás: "¿Qué tontera es ésta?" Es tan delicado que se requiere un entrenamiento largo. Tienes que ser un aprendiz por muchos, muchos años, sólo entonces tus oídos serán entrenados para captar lo sutil -y no hay nada como la música clásica. Entonces, la música ordinaria de todos los días, la música de películas, no es música en absoluto; es simple ruido, y además tonto.

Debido a que tus oídos no están entrenados, vives con ese ruido y piensas que es música. Pero para la música clásica necesitas unos oídos muy aristocráticos. Es necesario un entrenamiento; y cuanto más te entrenas, lo sutil se hace más visible. Pero la música clásica no es nada comparada a Jesús, porque él es la música cósmica. Tienes que estar tan silencioso que ni siquiera haya la vibración de un pensamiento, ni siquiera un solo movimiento en tu ser... sólo entonces podrás escuchar a Jesús y podrás entender a Jesús, podrás conocerlo.

Por eso es que Jesús va repitiendo una y otra vez: "Quienes tengan oídos podrán entenderme. Quienes tengan ojos: ¡vean! ¡Estoy aquí!" ¿Por qué él va repitiendo: "Quienes tengan ojos ¡vean! Quienes tengan oídos ¡oigan!", por qué?

El está hablando sobre otra dimensión de entendimiento que sólo un discípulo puede entender. Muy pocos entendieron a Jesús, está en la naturaleza de las cosas que tenga que ser así. Muy pocos -¿y quiénes son aquellos pocos? No fueron eruditos, no; no fueron profesores de las universidades, no; no fueron los tan llamados sabios, los filósofos, ¡no! Fueron gente ordinaria, corriente: un pescador, un labrador, un zapatero, una prostituta; fueron gente muy común, de lo más común, lo más común de lo común. ¿Por qué esta gente pudo entender? Debe haber algo extraordinario en un hombre común. Debe haber algo especial que existe en un hombre común y que desaparece en los así llamados "extraordinarios". ¿Qué es esto?

Es la humildad, la confianza... Porque cuanto más entrenado estás en el intelecto, la confianza es menos posible; cuando no estás entrenado en el intelecto, la confianza es más posible.

 
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