Si partes una semilla no encontrarás el árbol; podrás
disertarla pero no encontrarás un árbol escondido ahí. Y podrás decir que no hay
árbol y que la gente simplemente era tonta hablando de un gran árbol escondido
en la semilla; no hay nada.
Esto es lo que los analistas siempre han estado haciendo. Tú
les dices que esta flor es bella; la llevarán al laboratorio y la disertarán
para buscar dónde está la belleza. Encontrarán los químicos y otras cosas, la
disertarán y la examinarán y en muchos frascos etiquetarán los distintos
fragmentos de una flor -pero no habrá un sólo frasco en el cual se encuentre la
belleza. No, saldrán del laboratorio y dirán: "Deben haber estado en una
ilusión, soñaron -no hay belleza. He disertado toda la flor, nada se ha omitido
y no hay belleza".
Hay cosas que pueden ser conocidas sólo en su totalidad; no las
puedes disectar. Son más grandes que sus partes, éste es el problema -un
problema básico para los que están en busca de la verdad. La verdad es más
grande que la unión de todas las partes. No es simplemente la suma de las
partes, es más grande que todas las partes.
Una melodía no es simplemente la suma de todas las notas, de
todos los sonidos. No, es algo más grande. Cuando todas las notas se unen se
crea una armonía, se manifiesta una armonía que no existía en la notas
separadamente. Te estoy hablando a ti: puedes disectar mis palabras, todas las
palabras pueden ser encontradas en el diccionario; pero tú no puedes encontrarme
en el diccionario. Y podrás decir: "Todas las palabras están ahí, así que ¿para
qué preocuparse?"
Sucedió una vez: Mark Twain fue a escuchar a un amigo que era
sacerdote. El amigo había insistido por muchos, muchos días. Era uno de los más
grandes oradores, un orador muy poético y era muy respetado. Cada vez que él
hablaba la iglesia se repletaba; pero Mark Twain nunca venía a escucharlo. El
amigo insistió una y otra vez, entonces Mark Twain dijo: "Muy bien, iré este fin
de semana". Para ese domingo preparó lo mejor; todo lo que era bello en su mente
lo preparó, porque Mark Twain iba a ir. Y Mark Twain se sentó al frente y el
sacerdote dio el mejor sermón que jamás haya dado. Le dio toda su energía y
estaba realmente hermoso, fue una sinfonía, fue una poesía. Pero poco a poco fue
tornándose temeroso, aprensivo, porque Mark Twain estaba sentado ahí como si
estuviera muerto. Ni siquiera un rayo de satisfacción había en su cara. La gente
aplaudía tantas veces, estaba extática, y sólo Mark Twain estaba sentado ahí sin
dar ninguna indicación de que lo hubiera impresionado en alguna forma, ni
negativa ni positivamente. El permanecía indiferente -y la indiferencia es más
mortal que la actitud negativa. Porque si estás en contra, por lo menos tienes
una actitud; si estás en contra le das cierto significado. Pero si estás
indiferente, estás diciendo que eso es absolutamente inútil, ni siquiera vale la
pena estar en contra.