Pero la mujer occidental tuvo que pasar por un período muy
revolucionario que destruyó su contentamiento, su gracia que había tenido
siempre. Y esto la ha llevado al extremo: ha empezado a comportarse de un modo
feo y grosero. No es una rebeldía con entendimiento, es sólo una actitud
reaccionaria.
De las causas que cambiaron a la mujer occidental, la primera
es Karl Marx. El propuso y convenció a la 'intelligentsia' del mundo que la
pobreza no tiene relación con ninguna vida pasada o el destino; que no es Dios
quien decide que alguien tiene que ser pobre o ser rico. Es la estructura
social, la estructura económica, lo que decide quién es pobre, y esta estructura
puede ser cambiada, pues no es una cosa hecha por Dios; no hay Dios que lo haga,
lo hace el hombre.
La revolución rusa probó, con la experiencia, que Karl Marx
tenía razón, que la estructura puede ser cambiada; los reyes pueden volverse
paupérrimos y los paupérrimos reyes, y sin intervención de Dios: "No se puede
hacer esto, está escrito en sus fuentes y no se puede cambiar". La familia
completa del zar -diecinueve miembros, hombres, mujeres, viejos, jóvenes, niños,
incluyendo un bebe de seis meses y un anciano de noventa y cinco años- toda la
familia real fue masacrada. Fueron descuartizados, y Dios no intervino diciendo:
"¿Qué estáis haciendo con esta familia? Esa es mi decisión. ¿Qué es lo que le
estáis haciendo a mi gente? Yo les he hecho los dueños de casi una sexta parte
del mundo". El Imperio Ruso era el más grande de aquellos días, y el Zar era el
hombre más rico del mundo.
O sea que el primer golpe vino de Karl Marx. El segundo golpe
vino de Sigmund Freud, porque él declaró que hombres y mujeres son iguales y
pertenecen a la misma especie y cualquier teoría o filosofía que condene a la
mujer, es simplemente chauvinismo macho. Y después, el tercer golpe vino de la
investigación de Masters y Johnson, que sacó a la luz el hecho de que durante
siglos se ha privado a la mujer del orgasmo. Es la prueba de que el
comportamiento del hombre ha sido verdaderamente inhumano. En lo que concierne a
sus propias necesidades sexuales, él ha usado a la mujer, pero no ha permitido
que ella disfrute del sexo.