En Oriente, para evitarlo, encontraron una estrategia: durante
su periodo la mujer tiene que vivir en una celda oscura dentro de la casa, sin
poder salir ni tener contacto con nadie, pues incluso su sombra puede
contaminarlo todo. Ella no puede preparar la comida y tiene que vivir separada,
escondida, avergonzada de sí misma. De algún modo, era bueno que descansara
durante cuatro o cinco días y al no tener contacto con nadie, no causara
problemas innecesarios. Pero esto ha sido unilateral e injustificado, pues el
hombre también tiene su período.
La peor combinación es cuando marido y mujer tienen su período
juntos. Entonces la situación es de guerra. Pero esto casi nunca sucede, el
marido lo tiene un tiempo y la mujer en otro diferente. Pero si el marido lleva
un diario durante cuatro o cinco meses, sólo para encontrar sus fechas del
inicio y término de su período, él puede comunicarselo a su familia para que
sean todos más tolerantes y compasivos con él en esos cinco días, pues se
encontrará en la misma situación.
El hombre y la mujer no son especies diferentes. Tienen sus
diferencias, pero pertenecen a la misma especie. Por lo que esa antigua tontería
de que la mujer no puede alcanzar la iluminación debido a su cuerpo -porque ella
no puede evitar sus períodos- y esto es una prueba obvia de que no puede ser
célibe. El hombre pretende ser célibe porque su periódo es psicológico y no
tiene síntomas visibles.
Hay una secta en India, el Terapanth. Dice que aun cuando pases
cerca de un pozo donde alguien ha caído y está gritando: "auxilio", tú pasa de
largo como si no lo hubieses oído, porque su sufrimiento es un castigo de alguna
mala acción cometida en su vida pasada. Si tú intervienes, él tendrá que volver
a caer en el pozo. ¿Para qué darle problemas innecesarios? Piensas que lo estás
ayundando, pero simplemente estás posponiendo algo. Es mejor para él terminar
con su castigo y no que salga para después volver a caer; tendrá que volver a
caer.