La mujer nunca ha estado a favor del sexo. Lo ha tolerado, lo
ha sufrido. Lo ha conocido porque era su deber y en lo profundo ha odiado al
marido porque era sólo un animal. ¿Por qué creeis que las mujeres siempre han
venerado santos célibes? La razón más íntima es que esa castidad certifica que
son seres santos. La mujer no puede respetar a su marido de la misma forma.
Una vez que has tenido una relación sexual con una mujer, ella
ya no te puede respetar. Este ha sido el precio, porque sabe que la has usado.
En todas las lenguas, la expresión lo pone claro: es el hombre el que hace el
amor a la mujer, no viceversa. Es extraño, están haciendo el amor juntos, uno a
otro, pero en todas las lenguas es siempre el hombre el que hace el amor; la
mujer es un objeto. La mujer lo tolera y entra en ello porque su mente ha sido
condicionada para que lo considere un deber. El marido es un dios y ella debe
hacerle la vida lo más plácida posible.
Pero el sexo no le ha aportado nada a ella. Y se la ha
mantenido inconsciente porque el hombre debe haberse hecho consciente de esto
mucho antes, cuando no existía el matrimonio, y hombres y mujeres eran libres
como el viento, como los pájaros. El hombre debe haberse dado cuenta y la más
antigua de las mujeres también, de que ella es capaz de tener orgasmos
múltiples. Esta es una peligrosísima señal para el marido, desencadenar esa
energía orgásmica. El no puede satisfacerla -ningún marido puede satisfacer a
una mujer. Parece ser una disparidad, un error de la naturaleza, el que ella
pueda tener orgasmos múltiples y el hombre sólo uno.
Por eso el hombre ha tratado de ignorar hasta el hecho de que
una mujer pueda tener orgasmo. Es por eso que en Oriente aún se cree esto,
particularmente en el interior del país; sin tener en cuenta las ciudades
modernas donde por casualidad algunas pocas mujeres se han enterado en el curso
de su educación, que existen Masters y Johnson, quienes descubrieron la
capacidad de la mujer de experimentar orgasmos múltiples.