El día en que el matrimonio desaparezca, la vida tanto para el
hombre como para la mujer será más saludable y, ciertamente, más larga de lo que
puedes llegar a imaginar. No serás ni capaz de pensar que clase de relación fue
el matrimonio porque el matrimonio es una manera de ir contra el cambio de la
vida, creando de este modo cosas permanentes. Ambos se tornan pesados,
aburridos. La vida pierde interés. De hecho, tienen que destruir sus
intereses... sino es un conflicto continuo. El marido no se puede interesar en
ninguna otra mujer; la mujer no puede reir con ningún otro hombre. Son
prisioneros el uno del otro; la vida se vuelve aburrimiento, una rutina, ¿quién
quiere vivir esa clase de vida?. Las ganas de vivir se debilitan. Esto trae
enfermedades, malestar, porque su resistencia contra la muerte no existe.
De hecho están pensando en como acabar cuanto antes con todo el
círculo vicioso; en lo más profundo de su corazón, quieren la muerte. Un deseo
de muerte aparece.
S. Freud fue el primero en descubrir que en el inconsciente del
hombre había un deseo de muerte. Pero yo no estoy de acuerdo con S. Freud. El
deseo de muerte no es un deseo natural; es un subproducto del matrimonio, un
derivado de una vida aburrida. Cuando uno empieza a sentir que la vida ya no es
más una aventura, que no hay nuevos espacios, ni nuevos pastos, entonces, ¿para
qué seguir viviendo? El sueño eterno de la tumba parece ser mucho más
confortable, más lujoso, más dichoso.
En ningún animal, el deseo de muerte existe. Ningún animal
salvaje se suicida. Pero extrañamente, en un zoo se han encontrado animales
cometiendo suicidios. Y si S. Freud hubiera estudiado sólo a los animales del
zoo, hubiese llegado a la conclusión de que existe un deseo de muerte, como
existe un deseo de vida. Pero los animales del zoo no son auténticos animales. Y
el matrimonio convierte a todo el mundo como animales del zoo: confinados,
encadenados de mil sutiles maneras. S. Freud no tenía ni idea de animales
salvajes. Quiero que los seres humanos tengan algo de salvaje. Este es mi
rebelde.