https://www.elaleph.com Vista previa del libro "Pequeñas miserias" de Carlos María Ocantos (página 14) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Sábado 18 de mayo de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  4  5  6  7  8  9  10  11  12  13  (14) 
 

Marcháronse la maestra, el capellán y su cortejo de bulliciosos angelotes, y Victoria, guiada por una doncella respetuosamente, subió la escalinata de la casa suspirando, atravesó el recibimiento, la sala y el comedor, que la parecieran muy ricamente decorados si no llevara los ojos cuajados de lágrimas otra vez; volvió a subir por una escalerilla de caracol, y ya en el piso principal, al cabo de un pasillo, la doncella abrió una puerta:

-Aquí es, ¿desea la señora alguna cosa?

Victoria entró en la alcoba, tendida de azul y de color de rosa, colores alegres con que se visten las ilusiones, y derrochados en la pintura de amorcillos, que en ronda picaresca revoloteaban en las cortinas y en el techo. Imaginósele, sin embargo, todo negro, horrible calabozo en el que la recluían para siempre, y temerosa de que estallara su amargura, despidió a la criada, arrojó los jazmines sobre una consola y se apoyó en la ventana abierta... La tarde caía, serena; en el parque el concierto de zorzales y calandrias, interrumpido por la campanita bullanguera, recomenzaba con mayor brío: enamorados aéreos que celebraban sus esponsales con envidia y regocijo de la naturaleza entera, Victoria lloró largo rato. En la heredad magnífica, en medio de las riquezas que don Fabio la señalaba durante el camino, y suyas eran ya en virtud del eterno vínculo que a la casa de Esquendo la ligaba, se sintió más infeliz que la última muchacha de La Justa. No, no previó esto, cuando instigada empeñosamente por Ladislao, llegó a ambicionarlas...

Y llorando, apoyada en la ventana, casi a obscuras, la sorprendieron los pasos de Josecito en el pasillo, cuya presencia adivinó porque repercutieron en su corazón como golpes que se dieran en la puerta de una tumba.

Victoria cerró los ojos...

 
Páginas 1  2  3  4  5  6  7  8  9  10  11  12  13  (14) 
 
 
Consiga Pequeñas miserias de Carlos María Ocantos en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
Pequeñas miserias de Carlos María Ocantos   Pequeñas miserias
de Carlos María Ocantos

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com