Como arriba es abajo. Proclamará, al igual que los profetas de
los Upanishads han proclamado: "Ahem Brahmasmi... Yo soy eso". O dirá,
como Mansoor: "Analahak... Yo soy la verdad". O, como Jesús: "Yo y mi
Padre somos uno". Jesús dice: "Si confías en mí, has confiado en Aquél que me ha
enviado; si me amas, has amado al que no conoces".
Este vino como testigo, para dar testimonio de la Luz, a fin de
que por medio de él todos creyesen. Juan es una puerta,
una ventana: a través suyo, puedes tener un vislumbre de las lejanas cimas del
Himalaya.
No era el la Luz, sino quien
había de dar testimonio de esa Luz.
Eso tiene que ser entendido, esta es una de las cosas realmente
significativas. Siempre que llega un hombre como Jesús, es precedido por alguien
que prepara el terreno. Tiene que ser así, porque se necesita un terreno ya
preparado. La vida es una profunda continuidad; todo esta conectado, todo es una
unidad. Juan vino a preparar el terreno porque había muchas malezas. La hierba
estaba creciendo, mil y un tipos de árboles repletaban la tierra. Tenían que ser
cortados -quitar las malezas, cambiar la tierra. Sólo entonces podría venir el
jardinero a sembrar las nuevas semillas.
Siempre hay alguien que precede a un hombre como Jesús. Así
dice el evangelio: No era él la Luz, sino quien había de dar testimonio de
esa Luz -él vino a preparar el terreno.
Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron.
Ha venido a ayudar; ha venido a satisfacer las aspiraciones de
siglos. Ha venido a lo que era suyo... y los suyos no le recibieron. Esto
es algo muy irónico, pero siempre ha sucedido así. Jesús nació judío y estos no
le aceptarán. Buda nació Hindú, y estos no le aceptarán. Siempre ha sido así.
¿Por que? Porque siempre que nacen hombres como Jesús o Buda, suponen tal
rebelión que todo lo establecido se estremece.