Escena XXV
Dichos y Duniáshka.
Arina Panteleimónovna: ¿No has visto dónde está Iván Kúsmich?
Duniáshka: Saltó por la ventana, pues. (Ágata Tijónovna profiere un grito y da una palmada de consternación).
Los tres: ¿Por la ventana?
Duniáshka: Sí, y después llamó a un cochero y se fue en coche.
Arina Panteleimónovna: Pero... ¿dices la verdad?
Kochkarév: ¡Mientes! ¡No puede ser!
Duniáshka: ¡Sí que saltó, lo juro! También lo vio el dueño de la tienda vecina. Le prometió medio rubio al cochero y se fue.
Arina Panteleimónovna: (Acercándose a Kochkarév, con aire agresivo). ¿Qué significa esto, hijo mío? ¿Ha querido usted burlarse de nosotros o qué? ¿Quiere humillarnos? Tengo sesenta años, ya, y nunca vi vergüenza semejante. ¡Merece usted que le escupan en la cara, si es una persona decente! ¡Pero, después de esto, es todo un bribón! ¡Ha humillado a una muchacha ante el mundo entero! ¡Pensar que soy una campesina y no lo habría hecho... y usted es un noble! ¡Ya se ve que la nobleza sólo les sirve a ustedes para cometer bajezas! (Se va, furiosa, y se lleva a la novia. Kochkarév permanece inmóvil, como abrumado).
Tecla: ¿Qué me dices? ¿Con que eras tú el que sabía manejar estos asuntos, el que sabía casar sin la casamentera? Pues yo tendré toda clase de novios, calvos o como sea, pero novios que saltan por la ventana... ¡de ésos, a Dios gracias, no tengo!
Kochkarév: ¡Esto es absurdo! ¡No puede ser! ¡Correré a su casa, lo obligaré a volver! (Se va).
Tecla: ¡Sí, corre, hazlo volver! No sabes cómo son estas cosas. Todavía si el novio se hubiese escapado por la puerta, vaya y pase, pero cuando ha saltado por la ventana... ¡ya no vuelve ni por casualidad!
Telón