Escena XIX
Agata Tijónovna y Podkolésin
(Sale a escena, empujado por ambas manos de Kochkarév).
Podkolésin: (Balbuceando). Vine, señora mía, a explicarle algo... pero quisiera saber antes si no le parecerá extraño.
Ágata Tijónovna: (Bajando los ojos). ¿De qué se trata?
Podkolésin: No, señora. Dígame usted antes... ¿No le parecerá extraño?
Agata Tijónovna: (Lo mismo). No puedo saber de qué se trata.
Podkolésin: Pero, confieso... Seguramente, le parecerá extraño lo que le diré... ¿no es así?
Ágata Tijónovna: ¿Por qué ha de parecerme extraño? Tratándose de usted, me agrada escucharlo todo.
Podkolésin: Pero eso usted no lo ha escuchado nunca. (Ágata Tijónovna baja aún más los ojos: en ese momento, entra silenciosamente Kochkarév y se detiene detrás de su amigo). Se trata de... Pero será mejor que se lo diga después, en algún otro momento...
Ágata Tijónovna: Y... ¿de qué se trata?
Podkolésin: Yo... yo quería, lo confieso, decírselo ahora, pero tengo aún ciertas dudas.
Kochkarév: (Para sí, juntando las manos). ¡Dios mío, qué hombre! Es simplemente una vieja y no un hombre, es una parodia de hombre, la sátira de un hombre!
Ágata Tijónovna: ¿Por qué duda?
Podkolésin: No sé. Siento dudas.
Kochkarév. (En voz alta). ¡Qué tonto es esto, qué tonto! Mire, señora. Lo que desea Iván Kúsmich, es pedirle su mano; quiere decirle que no puede vivir sin usted, que se muere por usted. Y sólo la pregunta... ¿Acepta hacerlo feliz?
Podkolésin: (Casi asustado, lo empuja y exclama). ¡Vamos! ¿Qué dices?
Kochkarév: ¿De modo que está dispuesta a hacer feliz a este mortal, señora?
Ágata Tijónovna: No me atrevo a creer que yo pueda hacer feliz a... Por lo demás, acepto.
Kochkarév: ¡Naturalmente, naturalmente! ¡Hace rato que debió decirlo! ¡Denme sus manos!
Podkolésin: Inmediatamente. (Quiere decirle algo al oído; Kochkarév le muestra el puño y frunce el ceño; Podkolésin le tiende la mano).
Kochkarév: (Uniendo las manos de ambos). ¡Dios los bendiga! Estoy conforme y aplaudo la unión de ustedes. El matrimonio es un asunto que... No significa tomar un coche y emprender un viaje; es un deber de índole totalmente distinta, es un deber... (A Podkolésin). Ahora no tengo tiempo, pero luego te explicaré qué clase de deber significa. Bueno, Iván Kúsmich, besa a tu novia. Ahora, puedes hacerlo: debes hacerlo. (Ágata Tijónovna baja los ojos). ¡No es nada, señora, no es nada! ¡Así debe ser! ¡Que la bese!
Podkolésin: No, señora, permítanle. Ahora, permítame. (La besa y te toma de la mano). ¡Qué preciosa manecita! ¿Cómo es que tiene usted una manecita tan bella, señora... Permítame, señor. Quiero que nos casemos inmediatamente, inmediatamente, sin fAlta.
Ágata Tijónovna: ¿Cómo inmediatamente? Eso, quizás, sería demasiado pronto.
Podkolésin: ¡No quiero ni oír hablar del asunto! Quiero más pronto aún, quiero que nos casemos dentro de un momento.
Kochkarév: ¡Bravo! ¡Bien! ¡Eso sí que es ser un hombre cabal! Confieso que siempre deposité grandes esperanzas en tu futuro. Señora, conviene realmente que se apresure a vestirse; y yo, a decir verdad, he mandado ya por un coche e invitado a la gente; todos han ido ahora directamente a la iglesia. Sé que usted hasta tiene listo el traje de novia.
Ágata Tijónovna: Claro, desde hace tiempo. Me vestiré en un momento.