Escena XVII
Kochkarév (solo, se pasea, muy nervioso).
Kochkarév: Bueno... ¿Se ha visto alguna vez un hombre semejante? ¡Qué estúpido! Pero, a decir verdad, también yo soy un tonto. Díganme por favor todos ustedes... ¿No soy acaso un badulaque, un imbécil? ¿Para qué me afano, grito, grito hasta enronquecer? ¿Qué es él para mí, díganmelo? ¿Un pariente o qué? ¿Y qué soy yo para él? ¿Una nodriza, una tía, una madrina o qué? ¿Para qué diablos me esfuerzo por él, no me doy sosiego, maldito sea? ¡No lo sé! Vaya uno a preguntarle a un hombre para qué hace algo! ¡Qué miserable! ¡Qué rostro asqueante, repulsivo! ¡Con qué ganas le daría yo una tanda de puñetazos, al muy idiota, en la nariz, en las orejas, en la boca, en los dientes... en todas partes! (Furioso asesta varios puñetazos en el vacío). Eso es lo insoportable! Ahora, volverá a su casa y se fumará su pipa. ¡Qué ser repelente! ¡Se han visto carotas repulsivas, pero como ésa, ninguna! Pues no, no. ¡Iré y haré volver al muy holgazán! No le permitiré huir... ¡Traeré aquí al muy miserable! (Se va corriendo).