Otra consideración importante es que el hombre no puede ser
separado del sexo. El sexo es su punto primario: es de allí de donde nace. Dios
ha aceptado la energía del sexo como el punto de partida de la creación. Los
"grandes hombres" lo consideran un pecado, y el mismo Dios no lo considera así.
Si Dios considera el sexo como un pecado, significa que no hay pecador más
grande que Dios en este mundo, en el universo. ¿Has pensado alguna vez que el
florecimiento de una planta es una expresión de pasión, un acto sexual? Un pavo
real danza en toda su gloria, y un poeta hará una canción de ello. Un santo
también se sentirá lleno de júbilo. Pero ellos no saben que la danza es también
una expresión abierta de pasión; es también, en lo fundamental, un acto sexual.
¿A quién desea agradar el pavo real con su danza? El pavo está llamando a su
amada, a su pareja. Las aves, el cucu, cantan; un hombre llega a la
adolescencia, una muchacha se transforma en una mujer, ¿qué es todo esto? ¿Qué
juego es éste? Todos éstos son índices de amor, de energía sexual. Estas son
formas transformadas del sexo, expresiones del amor. Burbujean con energía,
reconocen y aceptan al sexo. La vida. La vida entera: todos los actos,
actitudes, tendencias, todos los florecimientos corresponden a la energía sexual
primaria. La religión y la cultura están volcando, en la mente del hombre,
veneno en contra del sexo: intentan crear un conflicto, una guerra. El hombre se
halla luchando en contra de su energía primaria, y de ese modo se ha vuelto
débil y extraño, tosco y vulgar, falto de amor y lleno de nada.
Debemos ser amigos, y no enemigos del sexo. El principio del
sexo debiera ser elevado a alturas más puras. Un sabio, mientras bendecía a la
pareja de recién casados, le dijo a la novia: "Que seas madre de diez niños y
que, finalmente, tu esposo se transforme en tu décimo primer hijo". Si la pasión
es transformada, la esposa puede transformarse en una madre; si la lascivia es
trascendida, el sexo puede transformarse en amor. Sólo la energía sexual puede
florecer en una fuerza amorosa, pero hemos llenado al hombre de oposición hacia
el sexo. El producto neto de esto es que el amor no florece, porque éste es una
etapa posterior, que sólo puede ser posible si se acepta el sexo. El amor no
pudo crecer debido a la oposición cerrada. Al contrario: el sexo, agitándose en
el interior de la consciencia del hombre, se halla enturbiado por la sexualidad.
La conciencia moral del hombre se está volviendo más y más sexual. Nuestras
canciones, poemas, pinturas e incluso las figuras de ídolos en el templo están
virtualmente centradas en torno al sexo, porque nuestra mente también se halla
rotando en tomo al eje sexual. ¡Ninguno de los animales del mundo es tan sexual
como el hombre! El hombre es sexual por todas partes, por donde quiera que se le
mire; despierto o dormido, en sus modales así como en su etiqueta. Siempre está
obsesionado por el sexo.