La varilla central se desprendió en tres días, y el abanico se
desintegró antes de una semana. El rey estaba seguro de que el hombre de los
abanicos nunca se presentaría nuevamente; sin embargo, para su completa
sorpresa, el hombre vino por sí mismo tal como se le había solicitado, a tiempo,
al séptimo día: "¡A su servicio, Su Señoría!"
El rey estaba furioso: "¡Canalla! ¿Eres un bobo? Mira, ahí está
tu abanico, todo roto. Este es el estado en que se encuentra después de una
semana, y tú me garantizaste que duraría cien años. ¿Estás loco o eres un
super-timador?" El hombre replicó humildemente: "Con las debidas excusas, parece
ser que mi Señor no sabe utilizar un abanico. El abanico debe durar cien años.
Esta garantizado... ¿Cómo lo utilizó?" El rey dijo: "¡Gran Dios! ¡Ahora también
deberé aprender a utilizar un abanico!" "Por favor no se enfade. ¿Cómo llegó el
abanico a este estado en siete días? ¿Cómo lo utilizó?" El rey tomó el abanico y
demostró la forma según la cual uno se abanica. Y el hombre dijo: "Ahora
comprendo el error. Uno no debiera abanicarse de esa forma". "¿Qué otro método
existe para abanicarse?" El hombre explicó: "Sostenga el abanico, manténgalo
inmóvil frente a usted, y luego mueva la cabeza de un lado a otro... El abanico
durará cien años. Puede que usted muera, pero el abanico seguirá intacto. El
abanico no tiene nada malo. Su forma de abanicarse es equivocada: usted mantiene
la cabeza inmóvil y agita el abanico. ¿Qué culpa tiene mi abanico de eso? La
culpa es suya, no de mi abanico".
¡La Humanidad -el hombre- es acusado de un error parecido! Vean
a nuestra humanidad. El hombre se halla tan enfermo, consecuencia de cinco, seis
o diez mil años. Se afirma una y otra vez que el hombre está mal, y no la
cultura. El hombre se está pudriendo, la cultura es ensalzada. ¡Nuestra
grandiosa cultura! ¡La grandiosa religión!... ¡Todo es grandioso, y vean los
frutos de ello! Sin embargo, afirman que el hombre está mal, que el hombre
debiera cambiar... Y sin embargo, ningún hombre del rebaño se pone de pie y
pregunta si la cultura y la religión -que no han logrado llenar al hombre de
amor desde hace diez mil años- se basa acaso en valores falsos... Y, si el amor
no se ha desarrollado en los últimos diez mil años, tomen mi palabra de que no
existe ninguna posibilidad futura de un hombre amoroso si nos hemos de basar en
esta cultura y religión. Aquello que no pudo lograrse en los últimos diez mil
años no puede ser alcanzado en los próximos diez mil años, porque el hombre de
hoy será el mismo mañana. Aun cuando las capas externas de etiqueta,
civilización y tecnología han cambiado de una época a otra, el hombre es el
mismo y será siempre el mismo. ¡Y sin embargo, no estamos dispuestos a
reexaminar la cultura y la religión - acerca de las cuáles hemos estado cantando
loas a voz en grito- y a mirar más detenidamente a los santos y custodios cuyos
pies besamos! Ni siquiera estamos dispuestos a mirar atrás, a reflexionar acerca
de nuestra forma de vida y el curso de nuestro pensamiento, para verificar si no
nos conducen por caminos equivocados. Si es que no están totalmente
errados...