Quiero decir que la base es defectuosa, que los valores son
falsos. Prueba de ello es el hombre actual. ¿Qué otra prueba podría haber?
Plantamos una semilla, ¿qué conclusión extraemos si los frutos son venenosos y
amargos? Se deduce que la semilla debe haber sido venenosa y amarga... Pero, por
supuesto, es difícil vaticinar si una semilla determinada producirá o no frutos
amargos. Puedes observarla, mirarla por todos lados, exprimirla, romperla; sin
embargo, no podrás predecir con seguridad si los frutos serán dulces o no lo
serán. Tendrás que esperar la prueba del tiempo. Planta una semilla. Una planta
brotará. Pasarán los años y crecerá un árbol, que se elevará más y más, sus
ramas se extenderán hacia el cielo, dará frutos ...y sólo entonces podrás saber
si la semilla que plantaste era o no amarga. El hombre moderno es el fruto de
estas semillas de cultura y religión que fueron plantadas y nutridas durante,
más o menos, los últimos diez mil años. Y este fruto es amargo, lleno de
conflictos y sufrimiento. Y sin embargo, nosotros mismos alabamos estas semillas
y esperamos que el amor florezca de ellas. Eso no va a ocurrir, lo repito,
porque la posibilidad misma de que el amor surja ha sido destruida por la
religión, ha sido envenenada.
Podemos ver más amor en las aves, animales y plantas; en
aquellos que no tienen religión ni cultura. Podemos ver más amor en el hombre
incivilizado, en un montañés subdesarrollado, que el que podemos encontrar en el
mal llamado progresivo, culto y civilizado hombre actual. Y, se lo recuerdo, los
aborígenes no han desarrollado civilización, cultura o religión. ¿Por qué el
hombre se está volviendo cada vez más estéril respecto al amor cuanto más
civilizado, culto y religioso; acudiendo regularmente a orar a templos e
iglesias? Existen motivos, y quisiera descutirlos. El manantial perenne del amor
podrá brotar si lograrnos comprender esto. Sin embargo, ahora está cubierto de
piedras: no puede fluir. Está cerrado por todos lados, y el río Ganges no puede
salir a borbotones y fluir libremente. El amor se halla en el interior del
hombre. No es necesario importarlo desde el exterior. No es una mercancía que
debamos adquirir en algún mercado. Está allí, como la fragancia misma de la
vida, está en el interior de todo el mundo.