Así entonces, enfrascado en su lucha interna, nuestro granjero
entró en la casa. Comenzó con mucha cautela. "El es mi amigo..." Pero mientras
decía esto, se dio cuenta de que nadie le prestaba ninguna atención, sino que
todos miraban con asombro a su amigo y a su vestimenta. Esto le sacudió: mi
abrigo, mi turbante. Se recordó a sí mismo no hablar de la ropa, porque así lo
había resuelto en forma concluyente. Todo el mundo tiene ropa, de un tipo o de
otro, pobres o ricas. Eso es un asunto trivial. Se está explicando esto a sí
mismo, pero el hecho se balancea como un péndulo, desde afuera hacia adentro y
desde adentro hacia afuera. Reanudó la presentación: "El es mi amigo. ¡Un amigo
de la infancia! Es una excelente persona ...¿y las ropas? Son suyas, y no mías".
Los presentes se sorprendieron. Nunca habían oído presentar a un amigo de esa
forma... "Las ropas son suyas, y no mías".
Después de salir, se disculpó profusamente por el tremendo
desacierto que estaba cometiendo, que se sentía confundido acerca de qué hacer y
qué no hacer, y también respecto a lo que le estaba pasando. Decía: "Hasta
ahora, nunca una vestidura me había obsesionado de esta forma. ¡Oh, Dios!. ¿Qué
me ha ocurrido?" El pobre individuo no sabe que su triquiñuela es tal que
incluso si Dios la intenta, las ropas también le obsesionarán. Indignado, el
amigo le dijo que ya no deseaba ir a ninguna parte con él. El granjero se aferró
a los pies y le dijo: "Por favor no hagas eso. Me sentiría desgraciado por el
resto de mi vida por haber sido tan descortés con un amigo. Juro que ya no
hablaré de las ropas. Juro por Dios, de todo corazón, que ya no mencionaré las
ropas". Pero uno debiera siempre poner atención en aquellos que juran, porque en
su interior existe un sentimiento mucho más profundo. Una resolución es adoptada
por la mente superficial, y aquello que está adentro -en contra de lo cual
apunta el juramento- se encuentra en los laberintos de la mente subconsciente.
Si la mente se halla dividida en diez partes, es una parte, la más superficial,
la que se compromete con las resoluciones, mientras gtre las restantes nueve
partes están en su contra. El voto de celibato es adoptado por una parte,
mientras que la otra parte que está loca por el sexo, pide llorando aquello que
Dios ha implantado en el hombre.