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El emperador Malind envió a buscar al muy respetado monje
Nassen para agraciar a la corte. El correo llegó donde Nassen y le dijo: "¡Monje
Nassen! El emperador desea verte. He venido a invitarte". Nassen respondió: "Si
deseas que vaya, iré; pero deberás perdonarme, pues no hay ningún Nassen aquí.
Es sólo un nombre, un nombre temporal". El mensajero informó al emperador que
este hombre era muy extraño. Había respondido que vendría, pero que allí no
había ningún Nassen. El emperador quedó atónito. Nassen llegó a la hora
convenida en un carro real, y el emperador le recibió en la reja. "¡Monje
Nassen, te doy la bienvenida!", dijo. Al oír esto, el monde comenzó a reír:
"Acepto tu hospitalidad como Nassen; pero por favor recuerda que no hay nadie
que se llame Nassen". El emperador dijo: "Estás hablando en forma enigmática. Si
tú no eres, ¿quién ha aceptado la invitación? ¿Quién está respondiendo a esta
bienvenida?" Nassen miró hacia atrás y dijo: "¿No es éste el carruaje en el que
vine?" "Sí, éste es". El monje dijo: "Por favor suelten a los caballos". Así se
hizo. El monje preguntó, señalando a los caballos: "¿Es éste el carruaje?" El
emperador respondió: "¿Cómo pueden los caballos ser llamados un carruaje?" A una
señal del monje los caballos se alejaron, y ante otra señal suya, las varas
utilizadas para atar a los caballos fueron también retiradas. "¿Son estas varas
el carruaje?" "¿Cómo pueden estas varas ser llamadas un carruaje?" Entonces las
ruedas fueron quitadas. "¿Son estas ruedas tu carruaje?" "Por supuesto que no;
estas son las ruedas y no el carruaje". El monje siguió ordenando que quitaran
todas las partes, una por una, y respecto a cada una de ellas el emperador tuvo
que decir que no eran el carruaje. Finalmente, no quedó nada. El monje preguntó:
"¿Dónde está tu carruaje ahora? Respecto a cada una y todas las partes que
quitamos, afirmaste que no eran tu carruaje... Entonces dime, ¿dónde está ahora
tu carro?"
El emperador quedó asombrado ante esta revelación. El monje
prosiguió: "¿Me entiendes? El carruaje era un montaje. Era un conjunto de cosas.
El carruaje no tenía un ser propio. Por favor, ve donde está tu ego, tu "yo".
Verás que el "yo" no está en ninguna parte: es una corporación de muchas
energías, y eso es todo. Piensa en cada uno de tus miembros, en cada uno de tus
aspectos. Todo será eliminado: lo uno después de lo otro; y, finalmente sólo
quedará la nada. El amor surge de esa nada, pues tú no eres esa nada; esa nada
es Dios".
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Del Sexo a la Superconsciencia
de Osho
ediciones Mutar
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