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Elisa se despidió de la anciana y se alejó por la margen del arroyo, el cual fue haciéndose más y más ancho hasta desembocar en el mar abierto.

La niña tenía ahora el mar ante sus ojos, pero sin que se divisara en él ni una vela, ni un simple bote. ¿Cómo podría ir más lejos? Entonces dirigió la vista a los innumerables guijarros que cubrían la playa, todos igualmente desgastados y redondeados por el agua. Vidrio, hierro, piedra, todo cuanto caía en el agua y era arrastrado por ella adquiría la forma que el mar quisiera darle... y sin embargo el agua era mucho más blanda que la manecita de Elisa.

"Con ese movimiento incesante, todas las cosas, por duras que sean, se suavizan -reflexionó la niña-. Yo seré tan incansable como el mar. Gracias por vuestra lección, claras y movedizas olas. El corazón me dice a veces que vosotras me llevaréis hasta mis amados hermanos".

Entre las algas de la playa se veían once plumas de cisne, blancas. Elisa las recogió: había en ellas gotas de agua, pero no hubiera podido decirse si se trataba de rocío o de llanto. La costa era muy solitaria, pero Elisa casi no lo advertía, atraída por el eternamente variable mar.

Estaba ya el sol por ocultarse cuando Elisa divisó once cisnes silvestres, con coronas de oro en las cabezas, que venían volando hacia la playa. Volaban uno tras otro, en línea andulante que parecía un blanco gallardete. Elisa se ocultó detrás de un matorral, y observó a los cisnes descender a tierra cerca de ella y agitar sus grandes alas blancas.

En cuanto el sol desapareció bajo las aguas, los cisnes se despojaron de sus plumas y se transformaron en once apuestos príncipes. Eran los hermanos de Elisa; ella los reconoció en seguida, aunque habían cambiado no poco, y corrió a reunirse con ellos, extendiendo los brazos y llamándolos por sus nombres.

Los jóvenes quedaron maravillados al ver a su pequeña hermana de antes, tan crecida ahora y tan hermosa. Y entre exclamaciones y risas se contaron recíprocamente las malas acciones que su común madrastra había cometido con todos ellos.

 
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Los cisnes silvestres de Hans Christian Andersen   Los cisnes silvestres
de Hans Christian Andersen

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