Estas
combinaciones de capital anónimo monopolista debían regularse o suprimirse, ya
que la individualidad empresarial cedía ante la estrategia despersonalizada de
los consejos de administración, la fusión de múltiples empresas, las relaciones
privilegiadas de financiación de las corporaciones financieras e
industriales.
Las barreras
monopolistas, que, anulaban la competencia con sus combinaciones verticales y
horizontales, se adherían a una única empresa de masa accionarial, que
administran burócratas, cuyas funciones sobreponían relaciones de producción,
comercialización, financieras y políticas, por encima de los intereses
generales, ocasionando severas correcciones en la oferta y en la demanda,
distorsionando los precios de producción del mercado interior y del mercado
internacional.
El capitalismo monopolista, que denunciaban los
fabianos, se extendía a los trusts del azúcar, leche, caucho, papel, ascensores,
petróleo, carnicería cristal, muebles, etc. Ellos impedían cualquier iniciativa
empresarial competitiva, abierta a los capitales de reciente formación.
El capital
monopolista cerraba la dinámica de las ganancias extraordinarias del capital
competitivo, que modificando la productividad media vendía sus mercancías por
encima de su valor y por debajo del precio medio de mercado obteniendo ganancias
extraordinarias.
El ciclo renovador de empresarios competitivos
innovadores estaba en razón inversa
a las barreras del capital monopolista.
Los fabianos se
hallaron frente al final histórico de los empresarios competitivo victorianos,
que habían desarrollado las categorías económicas y políticas del imperialismo
comercial y militar.
Descubrieron que
los modos de producción competitiva se volvían obsoletos, pero que los hábitos
de organización empresarial monopolista sólo proporcionaban la subordinación y
la fragmentación de la sociedad al empresario accionarial, no facilitaban el
progreso moral, sino que intensificaban el desgaste físico del trabajador con
procedimientos de control taylorianos, perseguían la disminución de los tiempos
de trabajo, su simplificación, y la reducción de los costos
salariales.