Se estableció un
modelo económico que abandonaba la agricultura de bienes de subsistencia y
manufacturas textiles, sustituyendo este modelo por la producción de materias
primas necesarias a la demanda externa.
Las oligarquías de comerciantes
exportadores-importadores y de latifundistas establecieron el bloque
político dominante sobre la dependencia exterior y la represión de la ideología
liberal de los medianos y pequeños propietarios industriales y
agrarios.
La composición
del capital social medio, de los países exportadores de medios de producción,
permaneció encajado en la alta aplicación de mano de obra barata y baja
inversión en maquinaria.
Esta composición
del capital social, capital fijo escaso y capital variable excesivo, permanecerá
invariable como subdesarrollo en la mayoría de los países europeos del Sur, del
Este de Europa, Latinoamérica y Asia.
El modelo
económico imperial se concretará con un nacionalismo competitivo belicista
(1830-1848), al modelo mixto de capital de competencia y capital monopolista
(1870-1914), con dos tasas de ganancia: una para sectores competitivos y otra
para sectores monopolizados, que vendrán a reflejarse en el reparto del mundo
por los países industrializados.