El ciclo de vida
de las máquinas y su amortización metamorfoseaba el envejecimiento de las
personas. Si el envejecimiento de la máquina descubría la calidad de sus
materiales, las cuotas de amortización de los préstamos y su devolución
mostraban la solvencia del deudor. Máquinas, deudas y personas se unían y
desaparecían en el consumo incesante de mercancías valoradas en dinero. Las
alteraciones de la conducta psico-social de las masas de consumidores se
originaban en las cárcavas de los procedimientos de ventas a crédito. El acto de
comprar caro y a crédito, en los comercios preparados para promocionar y
distribuir masas de mercancías, hacen su aparición a comienzos del siglo XX. En
ellos los compradores percibían los cambios de estilo comercial y las
facilidades de crédito como alteraciones de sus comportamientos habituales de
consumo y las desviaciones que se producían en las estratificaciones de clases
sociales entre preceptores de salarios y consumidores. Las rupturas de los
hábitos conformistas de respetabilidad y adustez victorianas se promovían
mediante las incitaciones publicitarias a lo juvenil," manténgase fuera de la
monotonía de pagar mentalmente antes de comprar realmente".
El endeudamiento por las compras a crédito integraba
grupos de medios ingresos en las estrategias de las
empresas comerciales y financieras monopolistas, que así evitaban el peligro del
subconsumo con una demanda basada en el endeudamiento.
Los grupos
sociales ilustrados y progresistas denunciaban el endeudamiento estos
comportamientos empresariales como la sumisión del individuo a la realización de
las ganancias monopolistas. Sus denuncias desvelaban que el consumo a crédito no
redistribuía las ganancias de la producción social, sino la realización del
beneficio.