https://www.elaleph.com Vista previa del libro "El maniquí de mimbre" de Anatole France (página 7) | elaleph.com | ebooks | ePub y PDF
elaleph.com
Contacto    Viernes 24 de mayo de 2024
  Home   Biblioteca   Editorial   Libros usados    
¡Suscríbase gratis!
Página de elaleph.com en Facebook  Cuenta de elaleph.com en Twitter  
Secciones
Taller literario
Club de Lectores
Facsímiles
Fin
Editorial
Publicar un libro
Publicar un PDF
Servicios editoriales
Comunidad
Foros
Club de lectura
Encuentros
Afiliados
¿Cómo funciona?
Institucional
Nuestro nombre
Nuestra historia
Consejo asesor
Preguntas comunes
Publicidad
Contáctenos
Sitios Amigos
Caleidoscopio
Cine
Cronoscopio
 
Páginas 1  2  3  4  5  6  (7)  8  9  10  11  12  13 
 

Terminada su reflexión, se inclinó para equilibrar la pila de libros, que se tambaleaba.

-Vuelve usted un poco moreno, amigo Roux -dijo la señora de Bergeret-, y hasta me parece que adelgazó algo; así está usted mejor.

-Los primeros meses de servicio son fatigosos -respondió Roux-. Hacer el ejercicio a las seis de la mañana, en el patio del cuartel, a ocho grados bajo cero, es desagradable, y tampoco se acostumbra uno fácilmente a las repugnantes faenas de la cuadra. Pero la fatiga es un poderoso remedio, y el embrutecimiento, un recurso magnífico. Se vive atolondrado, y como de noche se duerme poco y mal, de día nunca está uno despierto del todo. Esta especie de automatismo letárgico es favorable a la disciplina, conforme con el espíritu militar, útil para el buen orden físico y moral del Ejército.

En resumen: Roux no estaba muy quejoso; pero un compañero suyo, alumno de la Escuela de Lenguas orientales -donde sólo estudiaba el malayo-, era víctima del servicio, que le apesadumbraba sobremanera. Deval, inteligente, culto resuelto, pero rígido, inflexible de cuerpo y de alma, desmañado y distraído, tenía una idea muy exacta de la justicia, con arreglo a la cual determinaba oportunamente sus derechos y sus deberes; y este juicio atinado era su desdicha mayor. A las veinticuatro horas de hallarse recluido en el cuartel, mientras hacían el ejercicio, le preguntó el sargento Lebrec -con palabras que Roux vióse obligado a suavizar para que pudieran ser oídas por la señora de Bergeret- "quién sería la re...ísima señora que se permitió dar a luz un zopenco malamente alineado como el número cinco". Deval no comprendió, al pronto, que se trataba de su persona, que allí era el número cinco y hasta verse arrestado no se dio cuenta de que sólo a él se referían aquellas palabras. Y aun después no comprendía por qué ultrajaban el honor de la señora Deval a consecuencia de que su hijo no guardase una perfecta alineación. La responsabilidad inconcebible de su madre, referida por el sargento, contrariaba la idea exacta que de la justicia concibió el joven Deval, y a los cuatro meses aún sentía el escozor doloroso de aquella desventura.

 
Páginas 1  2  3  4  5  6  (7)  8  9  10  11  12  13 
 
 
Consiga El maniquí de mimbre de Anatole France en esta página.

 
 
 
 
Está viendo un extracto de la siguiente obra:
 
El maniquí de mimbre de Anatole France   El maniquí de mimbre
de Anatole France

ediciones elaleph.com

Si quiere conseguirla, puede hacerlo en esta página.
 
 
 

 



 
(c) Copyright 1999-2024 - elaleph.com - Contenidos propiedad de elaleph.com