La atención de todas las clases sociales había estado embargada durante algunos (lías a la espera de Bolívar, y se había preparado una casa suntuosa para recibirle. Era la misma en que se celebró el gran baile del 25 de mayo. El primero de setiembre, las salvas de las baterías del Callao anunciaron la llegada del Libertador, y todas las tropas de la guarnición marcharon al camino del Callao para escoltarle al entrar, lo que se efectuó en la tarde del mismo día. Las calles de Lima mostraban un continuo despliegue de banderas y colgaduras en ventanas y balcones; los colores peruanos, chilenos y argentinos, con divisas apropiadas, se llevaban en honor de su llegada. Lima se entregaba a la más entusiasta expresión de admiración por este dichoso guerrero americano. Durante una semana no se oyeron sino discursos y hubo diversiones en su honor.
Después de unos o dos días de llegar, se anunció al público su intención de ir al teatro, donde tendrían oportunidad de verle. Se entabló inmediatamente una gran competencia para conseguir palcos, pues había pocos disponibles. por estar la mayor parte alquilados a las familias mensualmente o por un año. La sala más o menos del tamaño y aspecto de nuestro teatro de Hay Market, estaba adornada con los colores colombianos. y sobre el palco presidencial, inmediatamente en el centro del orden más bajo, estaban las banderas entrelazadas del Perú y Colombia. Desde temprano la sala se llenó completamente. La llegada de Bolívar se hizo saber encendiendo afuera cohetes voladores, y entró en el palco con el presidente. Naturalmente, fue recibido con el mayor entusiasmo, y contestó al saludo con una rápida reverencia, sentándose inmediatamente.
Es un hombre muy delgado y pequeño, con aspecto de gran actividad personal: su rostro bien formado, está arrugado por la fatiga y ansiedad. Él fuego de sus vivaces ojos negros es muy notable. Tiene grandes bigotes y cabello negro y encrespado. Después de verle muchas veces, puedo decir que nunca encontré cara que diera idea más exacta del hombre. Intrepidez, resolución, actividad, intriga y espíritu perseverante y decidido, se marcaban claramente en su semblante y se expresaban en todos los movimientos de su cuerpo.
Su traje en esta ocasión era simple aunque militar. Vestía como de costumbre, chaquetilla y pantalón azules, con botas granaderas. Pareció prestar mucha atención a la representación, no obstante ser mala, y evidentemente le gustó el sainete o petipieza jocosa de gracia y bufonería burdas, por las que son célebres los españoles de tima.
