Introducción: Una Invitación a
Cambiar Radicalmente
La más profunda y hermosa emoción que podemos experimentar es
la sensación de lo místico. Es lo que siembra todo lo que es verdadero en la
ciencia. Aquel para quien esta emoción es un extraño, que ya no puede
maravillarse y permanecer extasiado en reverente admiración, es como si
estuviera muerto. El saber que aquello que es impenetrable para nosotros
realmente existe, manifestándose como la mayor sabiduría y la más radiante
belleza que nuestras pobres facultades sólo pueden comprender en su forma más
primitiva, este conocimiento, este sentimiento, está en el centro de la
verdadera religiosidad.
ALBERT EINSTEIN
ERA EL SEGUNDO DIA de la conferencia. Durante varias horas
Laura había cantado un himno de su niñez, repitiéndolo una y otra vez. De
repente la calidad de su cantar cambió. Ella sintió como si ya no estuviera más
cantando. Ella era la canción. Se encontró siendo levantada sobre sus pies, los
brazos levantados hacia el cielo, la cabeza arqueada hacia arriba. Ella contó
que sus manos no terminaban en la punta de los dedos sino que continuaban dentro
del aire y del cielo. El cielo y el aire estaban vivos, y ella y ellos eran lo
mismo. Sus pies parecían desaparecer dentro de la tierra. La tierra, los pies,
el cuerpo, los brazos, el cielo, la canción, el cantante, todos eran un sólo ser
viviente. Laura no analizó lo que le estaba pasando, ello simplemente la poseyó.
Ella era la experiencia.