Como individuos, podemos no tener memoria de tal momento de
realización, así es difícil concebir que subyacente a todo lo que somos y
hacemos hay una dimensión sin tiempo, ni causación. El grado en el cual nosotros
y nuestra sociedad colectiva, haya realizado esta dimensión determina las
posibilidades de crecimiento y encarnación en el incesante proceso del devenir
de la vida. No obstante, como Laura, en el momento que tocamos esta dimensión
directamente, la textura completa de nuestra existencia cambia radicalmente.
Estamos eternamente participando en un sentido más vasto de relación con la
existencia. Aquí y solamente aquí es posible el cambio que refleja la
completitud de la vida (en lugar de la reacción a la apariencia de la vida).
La energía en un momento de cambio fundamental no es meramente
de naturaleza personal; o sea, no es algo particular a un individuo. La
Realización de Jesús literalmente transformó y continúa transformando a toda la
humanidad. Consideren cómo el hallazgo de Einstein continúa influenciando un
enorme rango de posibilidades teóricas y tecnológicas que están transformando
cada nivel de los asuntos humanos. Hay algo intrínseco a esta más elevada
energía que compele expresión en un más vasto, más coherente, cuerpo de
humanidad. Llama a cada uno de nosotros a medida que despertamos a asumir
nuestro lugar en el cuerpo colectivo para que la energía sea encarnada en la
vida diaria. Cada nueva realización es incompleta hasta que es una realidad viva
en cada individuo.
Así, para mí, la transformación no puede ser nunca considerada
como un logro personal o una meta para uno mismo. El individuo que todavía se
considera así mismo como un ser egoico separado y está luchando para cambiarse
así mismo con el propósito de realización personal, encontrará que la búsqueda
de la transformación lo lleva a una desesperación cada vez más profunda hasta
que haya visto a través de este error fundamental. Debemos entender que todo
crecimiento personal tiene el propósito del despertar de la totalidad. En
realidad, nosotros estamos todos, individual y colectivamente, involucrados en
un proceso sin fin de encarnación de la consciencia más elevada. En tanto la
consciencia se hace más fina, existe una mayor posibilidad de expresión en todas
las áreas de la vida, y en tanto la diversidad y variedad de la posible
expresión humana crece, así también crece nuestra apreciación del Uno
subyacente. Los seres humanos están eternamente modificando y completando los
niveles de energía que han sido ya realizados, y de esa forma llevando esas
energías a una encarnación más y más completa. Simultáneamente, en varios grados
y profundidades, la gente toca estados de realización y se convirte en portal a
través del cual se inician continuamente nuevos niveles de energía en la
vida.