En música, se opera una mutación no sin dolor, con dificultades y contradicciones de las que no se ve la salida. Aquí, el carácter problemático del arte y del artista moderno se revela con violencia. La música actual se definió (en la manera en que ella se definió) de un modo únicamente negativo en relación con la antigua: atonal, atemática. Aquí, visiblemente, la técnica perfeccionada desemboca en virtualidades que ella abre y no define. El camino del arte y el del artista deben construirse ellos mismos; la confusión entre los medios técnicos y la obra, el carácter operatorio que tienden a tomar en este caso esos medios técnicos a los que no se les puede ofrecer una ruta ya hollada, crean riesgos de fracaso y de aborto.
Lo mismo puede decirse sobre la pintura, en donde la tecnicidad, en lugar de considerarse como un conjunto de medios tiende a imponerse como fin, criterio y sentido, creador por sí mismo de formas plásticas.
Esto entraña la degradación de la técnica. Entre sus mejores representantes la pintura actual descubre su camino superando poco a poco la oposición fecunda de lo figurativo y de lo abstracto. En el dominio de la pintura, como en el de la poesía y del teatro, pero con más claridad, se esboza ya el nuevo romanticismo: con Pignon, Atlan y algunos otros, en la línea de Picasso.
No se podría prescindir de un serio análisis del cine, en tanto que suscita y abarca funciones nuevas de la imagen concreta como mediación entre las conciencias humanas, entre el hombre y la naturaleza (y recíprocamente).
En resumen, la situación del arte moderno se caracteriza por la ausencia de modelos válidos, de tipos, de géneros definidos, por el fracaso de las tentativas efectuadas a partir de modelos conocidos; y también por el fracaso de la aventura absoluta, de la apertura ilimitada, del horizonte sin perspectiva y sin orientación.