¿Por qué? ¿Habría que acusar a los hombres, a los talentos o a la ausencia de talentos? Por cierto que no. Incontestablemente, el "público" busca y reclama este estilo de relato; quiere "lo vivido", lo inmediato, lo directo (aparentemente), en detrimento de la construcción, de la "tipificación", de la amplificación. El gusto por la información, moldeado por los medios de expresión directa y objetiva (en apariencia), fotografía, cine, radio, televisión, lo empuja por encima del gusto literario. Este fenómeno parece general, y no propio de determinado país o tal régimen social o político. ¿Se trata además de una simple necesidad de información y de participación directa en lo inmediato? No. Este gusto tiene otros sentidos. Expresa con lasitud la problemática universal y el repliegue sobre lo inmediato, el abandono de lo problemático ante el exceso de problemas sin formulaciones ni soluciones. Los individuos y su conciencia "privada" (de lazos con el resto del mundo) exigen y esperan de lo inmediato (del individuo) relaciones simples con las otras conciencias, espectacularmente desplegadas. De esta actitud y de sus consecuencias debe tener cuenta una verdadera toma de conciencia de lo "moderno".
Además, la maraña de las contradicciones y de los "problemas" sé*hace tan enorme, que ninguna ideología se confiesa capaz de dominarla. Del lado signado por la conciencia burguesa desdichada, se va hasta buscar en la sexualidad el hilo conductor y la ideología capaz de comprender la totalidad de los conflictos internos o externos. Es en vano. El marxismo, por su parte, hasta ahora, no ha contribuido a ello, falto de haber intentado establecer una "problemática" coherente, y porque pretendió prematuramente haber resuelto todos los problemas y reabsorbido las contradicciones. Desde que lo vivido es descrito e inmediatamente expresado como tal, los problemas acumulados desaparecen en una ausencia de problemas, ya pasen o no por haber recibido sus soluciones, ya queden enteramente abiertos o sean cerrados por decreto.
La poesía, largo tiempo intimidada por el surrealismo y desapegándose de él difícilmente, busca nuevos derroteros. Tiende lacia lo épico y lo familiar reunidos, hacia la unión del lirismo objetivo y del lirismo subjetivo, hacia la expresión poética de una "totalidad". En este sentido se concentran influencias saludables: tanto la de Claudel y Saint John Perse como la de Aragón. Pero si hay una nueva poesía que parece picar de esto ,, aquello, no sale aún de un balbuceo.
El teatro muestra, como la novela, una vitalidad desconcertante en su evidente declinación. Corresponde a una necesidad, a la de un público determinado que impone sus exigencias. El público nene o no talento, ha dicho muy bien un autor contemporáneo. Y entre tanto, el teatro ofrece claros signos de aspiraciones nuevas (enlazándose, acaso ilusoria o momentáneamente, a Brecht).
Trilla de decir los fracasos, las alienaciones, los dramas de este momento. Desdichadamente, se deja arrastrar por las formas de un expresionismo estático, congelado y crispado (Becket, Ionesco), en el cual la problemática se abisma en ausencia de problemas.