Para no hacer alusión particular de los términos escritor y
director de cine, se les denominará indistintamente autor. Precisamente porque
un autor es toda persona que crea una obra de arte susceptible de ser protegida
con derechos de autor. En general, el término no sólo se refiere a los creadores
de novelas, obras dramáticas y cuentos, sino también a quienes realizan
coreografías de danza, también incluye a los fotógrafos, escultores, pintores, a
los que crean música, y desde luego, dirigen la filmación de y concretan una
película.
Cuando aquí se dice lector, se hace alusión tanto al que lee
literatura como a quien ve, contempla, analiza o es espectador en el cine o de
las películas. Se utiliza la palabra lector como equivalente de leedor y
espectador, por no existir una denominación que describa a quien realiza el
proceso cognitivo, emotivo y hermenéutico con cuentos, novelas, ensayos, teatro
o de obras de literatura en general y/o también de películas, telenovelas,
series de TV, comics o
cualquier obra audiovisual.
Todo autor de narraciones satisface las exigencias de forma. La
narración no es una simple sucesión más o menos arbitraria de acontecimientos,
sino que ostenta una estructura y unas características previsibles; se ajusta a
las reglas y unidades que el autor debe respetar.
La narración, con independencia de su referente, requiere una
organización propia que en parte queda a la elección del autor, precisamente
porque la narración no es posible sin dicho autor y un lector.
La narración es una representación ficcional con predominio de
la función estética, y la ficción, claro, es un fingimiento, es hablar de mundos
que no existen sino sólo en la obra. Desde esta perspectiva, los referentes
cotidianos de las palabras o las imágenes no son importantes pues ellas
adquieren sentidos nuevos en la obra. Pero ¿dónde queda la realidad "real", la
cotidiana en la que se mueven las personas y no los personajes de las historias?
La realidad es sólo un eje de referencia para evaluar los mundos ficticios de la
narración. Esto es, así como se puede enlistar los objetos mencionados en una
obra y las leyes que rigen los cambios que los afectan, es posible enumerar los
objetos de la realidad y las leyes que los rigen. Así, la única manera que se
tiene de comprender un mundo ficticio es comparándolo con la descripción del
mundo real.