El argumento, por tanto, es la secuencia temporal-causal, la
suma de todos los motivos, y bajo este marco, la acción es la transición entre
una situación inicial y una situación final, entraña un cambio de estado causado
por un agente o alguien que afecta a un personaje.
La historia subsume bajo la unidad de su tema, de sus
personajes, una o varias acciones -cada una de ellas, a su vez segmentable-,
encubre un complejo jerárquico de secuencias narrativas: unas son parte de
otras.
El argumento agrupa elementos heterogéneos (acciones,
personajes, escenarios) y constituye una totalidad significante. Una totalidad
significante es una unidad cerrada y comprensible; simple o compleja, siempre es
completa.
Los significados de la historia se desprenden de la disposición
de los elementos en ella. La suma de los significados aislados de los elementos
no equivale al significado del conjunto; esto quiere decir que es en el interior
de la historia en donde los elementos adquieren un cierto sentido. Puesto que
los elementos significan en virtud de las relaciones mantenidas entre sí,
explicarlos y comprenderlos dependerá de la capacidad del lector para enlazar
unos con otros. La historia está atravesada por una red de relaciones
intersignificantes.
La historia -extendiendo algunas reflexiones que suscitó la
novela- transforma la vida en destino, el recuerdo en un acto útil y la duración
en un tiempo dirigido y significativo.
Así, narrar es, entre otras cosas, explicar, explicar mostrando
si se quiere.
El tiempo del argumento es el período total que comprende una
determinada historia. El sujeto estructura narrativa es la presentación
artística de los motivos. El tiempo del sujeto es el de la narración: es el
tiempo de lectura en el caso de la literatura y el tiempo de audición para el
cine, o en ambos casos el tiempo experimentado determinado por el autor.